martes, 28 de diciembre de 2010

El misterio del tesoro

EL MISTERIO DEL TESORO 

Había una vez tres amigos llamados Nico, Ramón y Juan.  A Nico le gustaba ser explorador, a Ramón detective y a Juan ser informático.

Un día oyeron a los profesores hablar sobre un tesoro. Al principio pensaron que no era cierto, que era una tontería, pero luego a Ramón se le ocurrió una idea: entrevistar a los profesores. Pero ya era muy tarde, el colegio estaba cerrado y la gente yendo a sus casas. Nico, Ramón y Juan también se fueron a sus casas, pero no a estar con sus padres, sino a preparar las mochilas para irse en busca del tesoro.

Ramón pregunto a su padre, que era bibliotecario, si sabía donde podía haber tesoros. El padre le contestó que había muchos, en el norte de Brasil o en Escocia, pero como eran lugares muy lejanos le preguntaron si conocía algunos más cercanos. El padre de Ramón les habló de algunos sitios terroríficos como una cueva del terror, un cementerio de muertos vivientes...


Como no eran nada miedosos y les había gustado la idea del padre de Ramón, decidieron pedir ideas al primo de Juan que siempre iba de exploración, pero él les hizo muchas preguntas y como ellos no le quisieron contestar a nada, les colgó el teléfono.

Nico, Juan y Ramón decidieron ir al cementerio; estaba cerrado, pero había un cartel que ponía en letras grandes:

Ellos tenían que esperar treinta minutos, así que mientras tanto se distribuyeron el trabajo: Juan iba a distraer al cura, mientras Ramón y Nico se colaban a ver si había algún tesoro.

Pero no eran los únicos en buscarlo, había tres chavales de su edad que también lo querían, así que hicieron un trato: si les ayudaban se repartían el tesoro; ellos aceptaron el trato.

Cuando vino el cura les preguntó que porque estaban en la puerta, ellos respondieron que solamente estaban de exploración.
Cuando el cura  llegó a su despacho Juan y uno de los otros chavales, le intentaron distraer contando que cuando se había construido la iglesia, si le gustaba ser cura, si sabía mucho de religiones, etc…
El cura, (perdón aun no os he dicho como se llama el cura. El Cura se llama Alberto un poco mayor pero a él le da igual.) No les ha hecho ni caso.
Juan seguía entreteniendo pero no había ninguna manera de que les hiciera caso.
Se les acababa el tiempo se tenían que ir porque sus padres les iban a reñir.
Cuando iban saliendo se dieron cuenta que el cura no era el cura si no un traidor que quería robar el tesoro que estaban buscando los chicos.
Juan llamo a sus padres (para contarle una mentira para que no les pillaran) para  decirle que iban un poco tarde porque se les ha atascado el pie.
Cuando Juan ha acabado de contar la mentira, siguieron espiando al cura o mejor dicho al ladrón.

Ellos le siguieron hasta llegar al sitio secreto de él ladran.
Ese sitio era alucinante, tenia tesoros por todos los lados, pero había una trampa que inmediatamente le agarro al ladrón y Juan, Nico, Ramón y el otro grupo de chicos les ha gustado tanto que no han podido reprimirse de coger el dinero a puñados, pero tenían que tener mucho cuidado por si había  más trampas. Los chicos se fijaron en los bolsillos del ladrón o intruso.
Como tenía el bolsillo roto se le caía el mapa que tenia. En ese mapa indicaba cuantas trampas había y donde estaban situadas y el camino del tesoro.
Como vieron que había solamente dos trampas y como decía donde estaban situadas, la otra trampa estaba justo delante de ellos.
Juan tenía una idea que era tirar una piedra y la trampa tendría que romper, eso hizo y la piedra se rompió en cachos muy pequeños.
Por lo tanto ya han pasado por todas las trampas.
Cogieron todo el tesoro y se lo entregaron a los padres.
Primero los padres se quedaron con la boca abierta, porque Juan primero les había mentido, pero luego dijo la verdad. Dijo que vieron a un cura que no era un cura si no un ladrón que quería robar el tesoro que estaba en el mapa que tenía él  pero como tenía el bolsillo roto se le calló y ellos lo cogieron y miraron donde había más trampas.
Como eran muy listos decidieron tirar una piedra para que la trampa caiga encima de la piedra y les dejara paso.

Al principio los padres no se lo creyeron, pero cuando ya estaban cenando se lo estaban creyendo un poco.
Una vez que hicieron la misión, se lo contaron a todos sus compañeros incluso a los profesores.

    SAMUEL RAMIREZ SANTAMARIA

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Los piratas de Monpracén

Si no se entiende alguna palabra mirar las fotografías del final
Los piratas de Monpracén
Capitulo 1
Un día en Monpracén, el pirata malayo Sandokán surcaba los mares con su prao cuando vio a lo lejos un buque inglés.
Sandokán que era un pirata muy competitivo, mandó ponerse en posición de ataque y ordenó cargar las ocho bombardas y los cinco cañones de asalto, mientras que el buque inglés contaba con cincuenta bombardas y veinte cañones de asalto.
El  buque, al ver que el prao se dirigía al ataque se colocó de forma que los cañones apuntaran a la proa del prao.
El buque inglés disparó sus cañones y el rápido prao lo esquivó y contrarrestó el ataque con otro cañonazo, después de su rápida marcha consiguió entrar al asalto, (que es el fuerte de los piratas Malayos) con sus cimitarras, (espadas largas) pesadas y curvas, y con sus cris de hoja corta y ondulada, mientras que los ingleses solo contaban con espadas de asalto, que son cortas y ligeras, pero también tenían pistolas que son muy útiles para disparar a quemarropa cuando suben por las tablas.
Sandokán subió por un gancho que acababa de lanzar. Cuando llegó arriba recibió un tiro en la pierna y al segundo recibió otro tiro en las costillas, mientras que se desmallaba lanzó la cimitarra y mató a un inglés.
Capitulo 2
Despertó en una isla, cuando se levantó se dio cuenta de que estaba en territorio enemigo. Por culpa de las heridas empezó a tener alucinaciones y después de correr un buen rato se desmalló.
Cuando despertó se dio cuenta de que estaba en las mazmorras de un castillo inglés.
Se encontraba totalmente curado y compartiendo celda con un señor alto, robusto y qué Sandokán conocía muy bien.
Era Yáñez, su mejor amigo.
Sandokán le explicó a Yáñez como le habían pillado y Yáñez se lo explicó a él lo que le había pasado. En realidad les había pasado lo mismo solo que con otro buque.
Estuvieron hablando de cómo escapar, y a la noche siguiente aprovecharon que había un eclipse lunar para robarle las llaves al guarda, cuando estaban a punto de salir apareció una persona de entre las tinieblas, cuando se creían en la guillotina vieron que era su amigo Camamuri que venía con un mini escuadrón a liberar a Yáñez.
Todos se fueron a órdenes de Sandokán y con mucha cautela.

Capitulo 3
Cuando estaban a punto de salir les pilló un guarda y tuvieron que salir por patas. Echaron a correr y se metieron en la selva. Viendo que les perseguía un grupo mayor en número decidieron internarse más.
En estos bosques se había criado Sandokan y se los conocía como la palma de la mano.
Se sabía que Sandokán era capaz de muchas cosas pero nadie creía lo  acababan de oír, y es que tenían que robarle la piel a un tigre para entretener al escuadrón y llevarle hasta una trampa.
Cuando se encontraron con la fiera, a Sandokán no le tembló el pulso al disparar entre los ojos de la fiera.
Escogieron a uno de los hombres más valientes par la misión de ponerse la piel y asustar a los perseguidores.
Sandokan estaba seguro que la trampa funcionaria y no se equivocó.
Después de dejar al grupo perseguidor tirado dentro de la trampa se fueron a paso ligero hacia San Diego, una ciudad cercana, donde les estaba esperando Tremal Naik, otro amigo, este había traído 1000 hombres más; y es que su idea inicial era capturar el castillo en el que habían estado encerrados Sandokán y Yáñez.
Capitulo 4
Después de recapacitar un buen rato decidieron hacer un  ataque sorpresa.
Su plan era lanzar una bengala para distraer a los guardias y entrar por la puerta de atrás y empezar la masacre.
Todos entraron a lo bestia y consiguieron quitar del camino a los primeros guardias.
Sandokán sabía que si empezaban a ametrallar con las bombardas estaban perdidos, por eso, antes de empezar la lucha había mandado a Camamuri a pedir ayuda al príncipe de Siam.
Su idea era pedir barcos para bombardear el castillo pero también tendrían que lanzar otra bengala par pedir la retirada y cuando estuviesen fuera empezar a bombardear.
Eso ocurrió y todo salió a pedir de boca hasta que llegó el buque ingles que había hundido el prao de Sandokán. Yáñez ya se lo esperaba y por eso ya había dado órdenes a Camamuri para la lucha contra el buque.
Su idea era hacer que huía y si no  le perseguía se daba la media vuelta y atacaba por detrás.
Y así fue; como no les persiguieron empezaron a atacarles hasta que destruyeron el buque.
Después de bombardear el castillo todos los guerreros entraron a la bestia y mataron a todos.
Después de la masacre estuvieron buscando heridos (de ambos bandos) para ayudarles.
Aunque encontraron pocos les dieron agua y comida.
Cuando acabaron se fueron todos a Monpracén donde les esperaba su familia.
 Sus hijos jugaban con espadas de madera imitando a sus padres y con diez años empezaban a crear espadas para sus padres  y ellos las guardaban como oro en paño.
FIN

 Prao:



Cañones de asalto:






Bombardas:


Guillotina:

Autor: Diego Martínez

JEFREE: atrapado en el futuro

            
  Ahora en la actualidad todos pensamos que en la prehistoria eran anticuados y torpes, pero no. En aquella época, aunque parezca mentira, los extraterrestres existían.
          Esta es la historia de un extraterrestre que vivía en la prehistoria. Se llamaba Jefree, era bajito y se quedó  huérfano. Era de color verde amarillento. Tenía los ojos saltones, negros. Estaba muy triste. Él tenía 513 años, en nuestra edad, 11.
           Un día se aburrió tanto, que se fue al bosque. En el bosque se encontró con una cueva que, de todas las veces que había ido al bosque, esta era la primera vez que la veía. Dentro había una luz deslumbrante. Él era muy valiente, así que decidió entrar. A cada paso que daba hacía más calor. Había un aire que le empujaba poco a poco, pero cuando llegó al final, se dio cuenta de que no era el aire del exterior de la cueva sino que aquella luz lo estaba absorbiendo. Se puso nervioso.  Tenía que salir de allí cuanto antes. Aquello parecía un agujero negro. La presión era increíble, no se podía mover
-“ ¡Nooooooooooooooo!”.
El  agujero se lo tragó. La luz misteriosa desapareció con Jefree dentro.        
 Cuando Jefree despertó apareció encima de una acera. Miró a su alrededor, se extrañó
-         “¿Dónde estoy?” -preguntó a una persona que pasaba por allí. Él le respondió que estaba en SANTANDER- CITY. Allí todo el mundo iba vestido de arriba abajo. ¿Qué fue de aquellas casitas de neandertales? ¿Dónde estaba la cueva que le había absorbido? Era como un portal dimensional. Se puso a correr como un loco, gritando. De repente, en una explanada un coche le iba a atropellar. Este paró. Jefree pensó que era un mamut de la zona y empezó a atacarle. El conductor salió corriendo. Jefree se asustó pensando que era un monstruo y que había hecho daño a alguien. Siguió corriendo hasta que se topó  con un niño y ambos dos caen al suelo. Los dos empezaron a gritar. El niño, que era muy valiente, no le dio miedo y lo consoló un poco. –Hola, me llamo Ángel.-  -Y y yo ll… Jefree, me llamo Jefree.-Dijo tartamudeando.  - ¿Quieres venir a mi casa? Hablaremos más tranquilamente.
Cuando Jefree entró por la puerta se rió de satisfacción. Al ver aquella casa se preguntó que si después de aquellas casuchas iban a tener una como esta, y Ángel le dijo que les faltaban unos 3.000 años. Jefree como nunca muere dijo que no era mucho.
Se sentaron en el cuarto del niño y empezaron a hablar de lo que  había pasad: desde lo del portal hasta cuando se conocieron. El niño le miró con preocupación. Iba a ser muy difícil encontrar de nuevo el portal. También decía que había unos signos relucientes en la cueva pero no podía describirlos.
-Mientras tanto te enseñaré a unos amigos míos, igual pueden ayudarnos.-
Bajamos a la calle y justo allí estaban mis amigos: Alexandru, José, David e Inés. Ambos dijeron a coro: -¿Qué es eso?-
-No es eso, es un extraterrestre, es mi amigo, me lo encontré por la calle, se llama Jefree. Ángel les contó su historia a todos. Pero con los datos que daba era un poco imposible. Dimos una vuelta por la ciudad. David y Jefree se hicieron muy amigos, lo único que hacían durante el camino, era hablar.
Cuando íbamos por la calle Isabel II, Jefree se quedó pasmado observando un cartel de una fábrica metalúrgica abandonada.
-¡Eso es. Sí,  eso es! ¡Los símbolos! ¡La cueva!¡La fábrica! – Jefree gritaba como un loco. Le intente tranquilizar. Pronto me di cuenta de que en el cartel había unos símbolos y una fecha cuyo día era hoy. Jefree dice que esos son los símbolos que vio en la cueva. Presentí algo muy grande.- Tengo una idea, por la noche, ¡iremos todos a la fábrica!

Jefree se quedó a dormir en mi casa. Los dos estábamos muy nerviosos por lo de los símbolos y eso. Nos pusimos a ver la tele. No echaban nada divertido.
Llegaba la hora de marchar yo me preparé y me vestí de negro. Parecía un auténtico espía. Marchamos de casa pensando que esa era la última vez que se veían.
Fuimos a llamar a todos mis amigos, uno por uno.
Ya estábamos todos. Cogimos las bicis y nos fuimos a la fábrica. Yo llevaba a Jefree de paquete.
Al fin llegamos a la fábrica. Era gigante. Estaba muy sucia, con polvo y con muchas telarañas. David y Jefree siempre iban juntos, como hermanos. Alex era muy tímido y le daba un poco de miedo. También había un mapa muy grande señalando todas las salas y maquinas de la fábrica. Destacaba una sala, la gran sala central. Todos nos miramos a la cara pensando en lo mismo. Cuando llegábamos a la sala, Jefree estaba triste pensando que nunca nos volveríamos a ver. Se le veía también un poco de miedo en la mirada. Cuando llegamos había una máquina enorme que contenía montón de botones, cables y engranajes. Jefree, como era muy ingenioso sabía cómo arreglárselas y empezó a tocar botones y a mezclar un lío de cables tremendo.
Finalmente se fue creando una luz absorbente, y allí estaba de nuevo el mágico portal por donde Jefree había aterrizado en nuestro mundo
“¡Agarraos fuerte amigos!”, dijo Jefree.
 Se fue despidiendo uno por uno.- Ángel, nunca te olvidaré. – Y me dio un gran abrazo. Había sido breve el tiempo de convivencia pero muy intenso y divertido.
“David, a ti tampoco te olvidaré” – dijo el extraterrestre medio llorando. Los dos hicieron su saludo secreto, como los grandes amigos. – Adiós chicos. – Se despidió de los demás. La luz nos cegó a todos.  En ese momento aparecieron  nuestros padres. Nos abrazaron mientras mirábamos a Jefree que se iba ya por el portal.- Adiós a todos. – Y Jefree se fue. El portal se cerró. Todos les contamos a nuestros padres la historia de Jefree. Lo extraño era que nos creyeran. Jefree siempre será nuestro amigo en el corazón.

Autor: Ángel M. Martínez 

martes, 21 de diciembre de 2010

Menudo viaje

Menudo viaje

Hola, mi nombre es Flipo, soy un oso polar y vivo en la nieve.
Soy vegetariano, no como carne. Mi mejor amigo se llama Mandú y es una especie de oso perezoso. Vivo en una aldea en el bosque perdido, no sé porque se llama así pues la verdad, de perdido no tiene nada, bueno es un poco difícil de encontrar, el humano casi nunca nos ha encontrado y las veces que lo ha hecho, hemos estado listos para atacar. Allí vivimos muchos animales (todos buenos) y siempre nos ayudamos.
El caso es que quiero contaros lo que me ha pasado, porque ha sido todo increíble. Ocurrió  hace 3 meses. Yo estaba andando por el bosque con mi amigo Mandú, buscando unas maderas especiales que solo se encuentran a la salida de bosque perdido, para un bebé que acababa de nacer y queríamos construirle una cuna. Estábamos a punto de salir del bosque cuando de repente escuchamos un ruido. Mi amigo y yo nos miramos y continuamos caminando tranquilos pero de repente volvimos a escucharlo, y otro, y otro, y otro. Nos volvimos a mirar y los dos nos entendimos a la perfección. Los dos asustados levantamos el pie para correr, pero entonces fue demasiado tarde. Ahí estaba, el  malvado y terrible Yeti, nuestro peor enemigo. Esta vez no estaba solo, estaba con dos especies de Yetis, pero más raros y pequeños. Fue inútil escapar, con una simple cuerda nos atrapó a los dos y nos llevaron a su cueva, que se encuentra encima de la cascada, fuera de la aldea.
Pasamos 5 horas,  sin comer ni beber, fue horrible, pero entonces vino el Yeti y rompió las cuerdas donde estábamos atrapados. No pudimos escapar porque en la entrada se encontraban los dos matones. El Yeti nos soltó  una charla que casi nos morimos del aburrimiento. Pero entonces llegó el momento, nos cogió a cada uno con una mano, abrió la boca, cerré los ojos y…
Aparecimos en una especie de ciudad rara, yo ya había estado en una ciudad, dado que los humanos me habían capturado, pero sin hacerme daño. Estuve en el zoo 6 meses.
El caso es que esta ciudad tenía edificios de metal, y las personas andaban por la calle subidas a unas máquinas que se movían, con un ordenador incluido.
-         ¿Dónde estamos?- dijo Mandú
Yo no tenía ni idea pero entonces se me encendió la bombilla.
-         Ya sé en donde estamos, está claro que estamos en el ¡futuro!- dije yo.
-         ¿Qué? No puede ser, bueno gracias a Dios que estamos vivos pero no puede ser, ¿cómo es que hemos viajado en el tiempo y estamos en el futuro? Y lo más importante ¿cómo volvemos a nuestra dulce y calentita casa?
-         No se  pero tenemos que ir a alguna parte por lo menos saber en qué parte del mundo estamos, porque está claro que no nos podemos quedar aquí.
Entonces nos escondimos en un `` Futubar´´  Bueno por lo menos eso es lo que ponía en el cartel. Fue una horrible idea, toda la gente que estaba dentro empezó a gritar y armaron un escándalo tremendo. Al cabo de un segundo el ``Futubar ´´ estaba vacío. Bueno al menos eso creíamos pero quedaba un cocinero que no se había enterado de nada, normal, estaba cocinando…
Cuando nos vio, al pobre casi le da un patatús, pero  le tapamos la boca. Mandú y yo nos miramos y enseguida nos comprendimos, ¿o he dicho que Mandú y yo somos tal para cual? Sé que esto está un poco mal, pero la única forma de que supiéramos dónde estábamos era meterle miedo y amenazarle. Eso hicimos.
-         Dinos en qué ciudad estamos o te hacemos filete - dije con voz amenazadora.
Él, primero se rió pero luego no tanto, porque mi amigo puso la cara de bestia que usa para Hallowen. El cocinero nos dijo que estábamos en`` Futuro Australia´´ Para los que sois del siglo 21 es Australia.
Nosotros vivíamos en el norte de Canadá y no sé cómo pero teníamos que volver a nuestra aldea. Aunque lo peor de todo era nuestras familias, nuestros amigos, todos los del bosque perdido, ¿también  serían del futuro?, Porque si lo eran no sé cómo lo tendríamos que hacer para que todo fuera como antes. El caso es  que en la cocina de aquel bar, había algunos trajes de cocineros, y la única forma de que saliéramos a la calle sin que gritaran era disfrazarse. Yo me puse un traje de esos, un gorro muy alto, y unas gafas de sol. Y mi amigo Mandú, prácticamente igual que yo. Salimos a la calle, por suerte nadie nos reconoció. Yo sabía que para ir a Canadá, había que coger un avión o una avioneta. A sí que fuimos al`` Futuro aeropuerto´´. Dos días enteros estuvimos andando, porque el aeropuerto estaba a las afueras de la ciudad, y tanto que a las afueras. Cuando llegamos, fuimos a coger el billete de avión, pero, mira que son raros los humanos, teníamos que tener dinchero o algo así, ¡ah no!, dinero. Nosotros no tenemos dinero a sí que, tuvimos que meternos dentro de la maleta de unas personas, (tuvimos mucha suerte) en fin, que después de todo un día viajando y potando llegamos a Canadá.
Canadá es muy grande pero conseguimos llegar a lo que es todo nuestro valle. Lo que pasa es que es gigante.
El caso es que por lo menos esto lo conocíamos algo y sabíamos un poco por dónde íbamos. Pero el problema era que seguíamos en el futuro.
Nosotros continuamos andando pero por el camino nos encontramos a un koala muerto de frio con una manta por encima y caminando delante de nosotros haciendo la misma ruta. Nosotros nos miramos extrañados y continuamos andando. Era muy raro que un koala, que vive en Australia esté haciendo una ruta en Canadá. Empezó  a anochecer, a si que decidimos pararnos y dormir, y por la mañana continuar, pero el koala también se  paró. Nos sentamos en la nieve e hicimos una hoguera para calentarnos. El koala nos preguntó si podía dormir con nosotros y si podía quedarse en la hoguera para calentarse. Nosotros aceptamos encantados.
A lo largo de la noche empezamos a hablar:
-¿Bueno y que haces por aquí caminando por esta ruta?- preguntó Mandú.
- ¿Yo? Pues…nada, que me gusta la montaña- dijo el koala sospechoso.
Pero ¿Cómo puede estar un koala que le gusta el calor en una montaña llena de nieve? Había algo que no me encajaba. Pero entonces él nos preguntó:
-         ¿Y vosotros, que hacéis por aquí?
-         Nada, es que no nos vas a creer- dije yo
-         Venga decírmelo por favor, soy de confianza- continuó el koala ansioso.
-         De acuerdo, es que a nosotros nos estaban a punto de comer,  de repente… - quise continuar pero entonces el koala se adelantó
-          Aparecisteis en una ciudad del futuro, ¿es cierto?- preguntó el koala.
-         Si es exactamente eso lo que ha pasado, ¿Cómo lo sabes?-Preguntó Mandú.
-         Porque a mí me ha pasado lo mismo pero diferente. Yo estaba en Australia, y me iban a comer,  de repente aparecí en Canadá, bueno en `` Futuro Canadá´´. Una vez allí visité librerías y muchas cosas, y descubrí que existe una  piedra mágica que se encuentra en una cueva encima de una cascada, cerca de aquí. Lo que pasa es que la gente no la conoce porque como nadie ha viajado al futuro, nadie se lo cree – continuó  el koala.
-         Madre mía ¿entonces existe una piedra que hace que vuelva a ser todo como antes?- Preguntó Mandú.
-         Sí, y juntos tenemos que encontrarla y cuando la tengamos en la mano, hay que destruirla.- Contestó Koala.
-         Creo que sé donde está. ¡En la cueva del Yeti! Por eso antes de comernos se ve que hubo un derrumbe y tocó la piedra o algo así y entonces nos intercambiamos de país, nosotros viajamos a Australia, y tú  viajaste a Canadá - dije yo.
Continuamos andando muchísimas horas hasta llegar a la zona donde vive el malvado Yeti, ahora solo faltaba encontrar la cueva. Estaba muy escondida. Nos costó mucho encontrarla y al final lo conseguimos. Pero…
¿Dónde estaba la piedra? y ¿qué íbamos a hacer para entretener al Yeti?
Entramos en la cueva pero la malvada bestia estaba dormida. Bueno era difícil aunque estuviera dormido porque como se despertara la cagábamos. Entramos bastante al fondo de la cueva muy silenciosamente pero no había ni rastro de la piedra. Cada vez se iba mas estrechando y  costaba mucho entrar. Había muchos pasos chungos y a koala lo teníamos que ayudar, porque era muy pequeño.
Teníamos algunas velas que había traído koala y había comprado unas linternas que alumbraban muy poco. Llegó un momento en el que la cueva parecía que se acababa, pero en realidad continuaba y se convertía en un laminador. Un laminador es una parte de la cueva con muy poca altura, es decir que desde el suelo hasta el techo hay 70 centímetros. Nos planteamos si pasar o no, pero al final pasamos. Tuvimos que arrastrarnos durante mucho tiempo pero lo bueno es que el suelo de la cueva era como arena. Fue un laminador muy grande, estuvimos arrastrándonos 80 metros hasta que por fin llegamos a una sala grande donde te podías poner de pie. Ahí estaba, la piedra. Se encontraba en una urna de cristal, pero estaba rota y había varias piedras en el suelo. Lo dicho, un derrumbe. Cogimos la piedra y nos fuimos corriendo. Fue muy difícil no despertar al Yeti, pero conseguimos salir de la cueva.
Ya fuera, muy lejos, nos despedimos de koala y minutos después, tocamos los tres la piedra y la tiramos a la cascada, una luz enorme salió de la piedra.
Tiempo después, koala había desaparecido y todo era como antes. Llegamos a casa, abracé a mi mujer y se lo conté todo. Por suerte, ella me creyó y todos los de la aldea, también. Fue una historia increíble para contar.
FIN

EPÍLOGO:

Para escribir esta historia me he inspirado en una cueva que visité hace poco con mis padres, mi hermana, mis primos y mis tíos que son arqueólogos. Lo del laminador es verdad, atravesé un laminador de unos 80 metros y fue muy divertido.

DEDICATORIA:

Esta historia se la dedico a mis amigos, mi profesora, y a mi familia.

Un saludo Inés.