martes, 28 de diciembre de 2010

El misterio del tesoro

EL MISTERIO DEL TESORO 

Había una vez tres amigos llamados Nico, Ramón y Juan.  A Nico le gustaba ser explorador, a Ramón detective y a Juan ser informático.

Un día oyeron a los profesores hablar sobre un tesoro. Al principio pensaron que no era cierto, que era una tontería, pero luego a Ramón se le ocurrió una idea: entrevistar a los profesores. Pero ya era muy tarde, el colegio estaba cerrado y la gente yendo a sus casas. Nico, Ramón y Juan también se fueron a sus casas, pero no a estar con sus padres, sino a preparar las mochilas para irse en busca del tesoro.

Ramón pregunto a su padre, que era bibliotecario, si sabía donde podía haber tesoros. El padre le contestó que había muchos, en el norte de Brasil o en Escocia, pero como eran lugares muy lejanos le preguntaron si conocía algunos más cercanos. El padre de Ramón les habló de algunos sitios terroríficos como una cueva del terror, un cementerio de muertos vivientes...


Como no eran nada miedosos y les había gustado la idea del padre de Ramón, decidieron pedir ideas al primo de Juan que siempre iba de exploración, pero él les hizo muchas preguntas y como ellos no le quisieron contestar a nada, les colgó el teléfono.

Nico, Juan y Ramón decidieron ir al cementerio; estaba cerrado, pero había un cartel que ponía en letras grandes:

Ellos tenían que esperar treinta minutos, así que mientras tanto se distribuyeron el trabajo: Juan iba a distraer al cura, mientras Ramón y Nico se colaban a ver si había algún tesoro.

Pero no eran los únicos en buscarlo, había tres chavales de su edad que también lo querían, así que hicieron un trato: si les ayudaban se repartían el tesoro; ellos aceptaron el trato.

Cuando vino el cura les preguntó que porque estaban en la puerta, ellos respondieron que solamente estaban de exploración.
Cuando el cura  llegó a su despacho Juan y uno de los otros chavales, le intentaron distraer contando que cuando se había construido la iglesia, si le gustaba ser cura, si sabía mucho de religiones, etc…
El cura, (perdón aun no os he dicho como se llama el cura. El Cura se llama Alberto un poco mayor pero a él le da igual.) No les ha hecho ni caso.
Juan seguía entreteniendo pero no había ninguna manera de que les hiciera caso.
Se les acababa el tiempo se tenían que ir porque sus padres les iban a reñir.
Cuando iban saliendo se dieron cuenta que el cura no era el cura si no un traidor que quería robar el tesoro que estaban buscando los chicos.
Juan llamo a sus padres (para contarle una mentira para que no les pillaran) para  decirle que iban un poco tarde porque se les ha atascado el pie.
Cuando Juan ha acabado de contar la mentira, siguieron espiando al cura o mejor dicho al ladrón.

Ellos le siguieron hasta llegar al sitio secreto de él ladran.
Ese sitio era alucinante, tenia tesoros por todos los lados, pero había una trampa que inmediatamente le agarro al ladrón y Juan, Nico, Ramón y el otro grupo de chicos les ha gustado tanto que no han podido reprimirse de coger el dinero a puñados, pero tenían que tener mucho cuidado por si había  más trampas. Los chicos se fijaron en los bolsillos del ladrón o intruso.
Como tenía el bolsillo roto se le caía el mapa que tenia. En ese mapa indicaba cuantas trampas había y donde estaban situadas y el camino del tesoro.
Como vieron que había solamente dos trampas y como decía donde estaban situadas, la otra trampa estaba justo delante de ellos.
Juan tenía una idea que era tirar una piedra y la trampa tendría que romper, eso hizo y la piedra se rompió en cachos muy pequeños.
Por lo tanto ya han pasado por todas las trampas.
Cogieron todo el tesoro y se lo entregaron a los padres.
Primero los padres se quedaron con la boca abierta, porque Juan primero les había mentido, pero luego dijo la verdad. Dijo que vieron a un cura que no era un cura si no un ladrón que quería robar el tesoro que estaba en el mapa que tenía él  pero como tenía el bolsillo roto se le calló y ellos lo cogieron y miraron donde había más trampas.
Como eran muy listos decidieron tirar una piedra para que la trampa caiga encima de la piedra y les dejara paso.

Al principio los padres no se lo creyeron, pero cuando ya estaban cenando se lo estaban creyendo un poco.
Una vez que hicieron la misión, se lo contaron a todos sus compañeros incluso a los profesores.

    SAMUEL RAMIREZ SANTAMARIA

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